17.11.10

8 días para el Día de No Más Violencia Hacia las Mujeres: La buena educación

Ayer se celebró en la UPR un referéndum para que las y los estudiantes se expresaran sobre la cuota de $800 que la administración de la universidad quiere imponerles. En esta misma semana, los medios reseñaron ampliamente el caso de un niño que fue brutalmente agredido en su escuela sin que las autoridades escolares hicieran algo con el asunto. En otros tantos momentos, hemos escuchado cómo en nuestras escuelas públicas se agreden estudiantes y maestras/os, cómo faltan libros, cómo se alteran los horarios al extremo de que no hay garantía de un número de horas adecuadas para que nuestra niñez acceda a una educación integral.

Si se quiere sumir a un pueblo en la pobreza y mantener bajo control sus deseos de libertad y justicia, la primera cadena que hay que ponerle al cuello es la de la ignorancia. Y eso, amigas y amigos, es lo que está haciendo nuestro gobierno con total conciencia de las implicaciones de sus actos.

Por otro lado, transformando esta premisa en una premisa positiva, hay que decir que el conocimiento y la educación son el primer paso a la libertad individual y colectiva.

Es por eso que hoy, a 8 días del 25 de noviembre, dedico estos breves párrafos a una reflexión breve sobre la buena educación.

¿Y a qué me refiero? No me refiero al tipo de buena educación que se utiliza para diferenciar clases sociales. Esa que nos dice cuál de los 500 tenedores que ponen en una mesa es el apropiado para comer ensaladas. No me refiero a la que nos hace pedir perdón por cada cosa y enseña a las mujeres a caminar como princesas, a sentarse adecuadamente y a hablar en tono suave y pausado. Tampoco me refiero a esa buena educación que enseña a los varones a abrir puertas para las damas, pero no a escucharlas o respetarlas en el campo laboral o político. Mucho menos me refiero a la educación que se da en algunos espacios universitarios para que unos pocos aprendan cómo decidir y manejar el país por unos muchos a quienes consideran inferiores, no porque lo sean, sino porque eso se les enseñó.

Ni qué decir de la buena educación moral que se enseña en algunas iglesias… Esa que dice que se ama al pecador, pero no al pecado para justificar el machismo, la homofobia y el odio a todo lo que les resulta diferente.

Hoy este espacio bloguero aboga por el derecho a la educación de nuestro pueblo, pero muy en especial por el derecho de cada niña y niño a una educación integral, que les reconozca como seres humanos y les dé la oportunidad de reconocer en las y los demás a otros seres humanos a alguien digno de respeto y amor. Que reconozcan la diversidad y la disfruten. Que construyan un mundo de equidad y libre de violencia de género.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Las últimas de la fila

 No recuerdo que alguien me haya dicho de niña que debía ser la última en comer. Pero lo aprendí. De adulta, al cocinar o comprar comida par...