20.6.14

Maite, Lisa y un peso en el bolsillo




 

Busque cada cual en su bolsillo. Algunos tendrán al menos $20 y otrxs se tocarán y recordarán que están sin un peso.  Más allá de ustedes, y de mí, miles de personas de nuestra Isla que ni siquiera sueñan con poner un dedo en una tablet o celular no sólo no tienen el peso, sino que tienen en su cabeza la angustia de no saber cómo lo conseguirán. ¿Qué le puede importar a esta gente lo que pase con estas dos mujeres lesbianas?

 

Sin embargo, esta semana los medios de comunicación, ¡y el gobierno!, fueron muy eficientes en su estrategia para segregarnos como movimientos sociales.  Mientras las comunidades LGBTT y aliadas se preocupaban por el beso de Lisa M y su oportunismo mediático, la Legislatura fusionaba agencias de gobierno.  Mientras faranduleaban con Maite Oronoz y la realeza criolla, se afianzaba el poder de esta clase con nuevos préstamos gubernamentales para hacer negocios estúpidamente y seguir empobreciendo al país.  Tuvimos la versión moderna del baile, botella y baraja con una combinación de besos, memorias tiernas de viajes familiares y moralismo morboso.

 

Esta es sólo una breve columna por lo que no tengo el espacio o el tiempo para analizar en profundidad la complejidad de lo que vivimos en estos días, pero no quería dejar pasar la oportunidad para, al menos, provocar una reflexión que sirva de algo en las próximas semanas.  Porque créanme, luego de Maite y Lisa habrá que tocarse el bolsillo y también el corazón.

 

Miremos a Maite (sí, así, con familiaridad, como en una revista HOLA).  Contrario a las estrategias utilizadas por el presidente Obama para diversificar la judicatura federal, en Puerto Rico el gobernador García Padilla designó a nuestro Tribunal Supremo -sin consulta ni diálogo-  a una mujer de la alta clase social y política de nuestra Isla que resultó ser, casualidad y oportunidad, lesbiana. Ya imaginarán cómo ese elemento polarizó la discusión pública. El liderato fundamentalista religioso se lanzó de inmediato al ruedo a atacar a la nominada por su orientación sexual y al liderato LGBTT no le quedó más remedio que lanzarse a exigir que fuera evaluada con transparencia y al margen de su orientación sexual.  Inclusive, la prensa se encargó de convertir su orientación sexual en una primera plana.  ¿Sus atributos para el puesto? Quedaron al margen del proceso y de las ponencias presentadas en las vistas de confirmación.

 

Letras y dedos se pusieron en las redes sociales al servicio de este evento.  Hubo gente que la criticó, gente que sospechó de ella y su clasismo, gente que se ilusionó y gente que vio el momento histórico. A mí me pareció importante el nombramiento de una mujer lesbiana al Supremo y más aún el hecho de que tiene la posibilidad de ser confirmada.  Sin embargo, tengo un sabor agridulce tal vez más agrio que dulce.  ¿Por qué?  Tengo muchas preguntas en mi cabeza.  Les comparto algunas.

 

Por ejemplo, ¿será confirmada como persona LGBTT y con la intención de traer diversidad al foro judicial o será que su clase le perdona esa falta en aras de garantizarse dentro del Supremo a una de su estirpe? Para mí fue significativo su silencio en cuanto a su compañera durante su ponencia. ¿Algún acuerdo con senadorxs conservadorxs para garantizar sus votos?  Me pregunto también, esta vez con morbosidad, qué mecanismos se activaron para lograr llenar la sala de la vistas con el grupo responsable del estado de pobreza y desigualdad que ha destruido a nuestra Isla.  Y no sólo llenaron el salón, sino que además casi parecieron los adalides de la justicia social y de la equidad.  ¿Tendremos en el pueblo memoria tan corta?  Espero que no porque ya hoy Hernández Denton y Andreu (sus primeros deponentes a favor) son abogados de Doral Bank contra el gobierno de Puerto Rico.  ¿Llegará este caso ante su Maite-niña-familia?  Por lo pronto, si con 38 años Maite es confirmada, admito que me da algo de pena. ¿Imaginan vivir sus próximos 32 años pagando el favor y transitando por los pasillos rígidos de ese tribunal?

 

Y Lisa... Esa Lisa que de momento ha sido una tendencia destacada en redes.  Imagino que también la veremos en TV Guía (¿existe eso todavía?).  Un beso bien o mal dado puede hacer esas cosas.  Lo que también puede hacer, e hizo, fue borrar del panorama lo que debió ser la discusión real de cara a un evento que nos confronta con la posibilidad de que en la Isla se discrimine en establecimientos públicos contra personas de las comunidades LGBTT.  Porque al margen de Lisa M y la tal Margarita, quienes trabajamos por la equidad sabemos que en Puerto Rico sí se discrimina en espacios públicos y sí existen incidentes en los que se saca de locales o se les daña el paseo a personas LGBTT que se besan.  ¿Por qué a pesar de eso hay gente nuestra que elige no actuar sobre el discrimen? ¿Por qué hay tanta gente eligiendo el chisme, el moralismo y enfocarse en dos mujeres que no representan al resto de la comunidad LGBTT? De paso un saludito a lxs representantes hipócritas que dañaron el proyecto antidiscrimen (PS238) para convertirlo en la Ley 22 del 2013 sin protección legal explícita para estos casos.

 

Luego viene el peso.  La cara de Washington en un papel que domina la vida de mucha gente.  Tener o no tener un peso en el bolsillo hace una gran diferencia en una sociedad capitalista.  Hace una diferencia tan grande que te hace digna de ser nominada al Tribunal Supremo o te hace indigna del respeto popular aún cundo ambas mujeres tengan la misma orientación sexual.  Un peso también puede relacionarse con la casta y raza a la cual perteneces y es la llave que te abre las puertas a los cuartos en los que todxs se conocen y todxs deciden el rumbo del país en nombre de una aparente democracia que se sostiene desde la ilusión eleccionaria de quienes tienen cupones en vez de pesos en los bolsillos.  Claro, si tu peso es blanco, mucho mejor. Así si te falta, tu historia familiar te da la llave de repuesto.

 

Mientras Maite (apropiada, apoyada y acunada por sus pares) fue presentada al país con una escolta de ilustrísimo linaje y anécdotas de infancia, Lisa se presenta a sí misma (hasta se graba) desde un incidente nebuloso en el cual parece ser la víctima y a la vez la ofensora.  ¿O será que ella no deja de ser la víctima porque nadie le perdona su lesbianismo de calle y sin linaje? Pero, y pregunto de nuevo, ¿cuántas varas hay en este país? ¿Sólo la de casta y clase?  ¿Tal vez la de orientación sexual? ¿Raza? ¿Nivel educativo? ¿Marco profesional? ¿Religión intransigente? ¿Moralismo hipócrita?

 

De ninguna de ellas dos sé demasiado.  Creo que tal vez no quiera saber más.  Pero sé lo suficiente como para darme cuenta de cuán malamente hemos resbalado como sociedad cuando sus situaciones de vida se convirtieron en noticias.  A ninguna de las dos pudimos observarlas desde un contexto que considerara el bienestar del país más allá de un evento personal afortunado o desafortunado.  A las dos les impactó, para bien o para mal, cargar unas cuantas marcas de clase, sexo, género y orientación sexual.  Creo que Maite ganó y Lisa perdió. Por un peso de diferencia o tal vez por millones.  Maite pudo haber ganado más si la discusión se hubiera concentrado más en sus méritos y menos en el despliegue de apoyo de la realeza criolla.  Lisa hubiera perdido menos si se hubiera dejado de lado el moralismo simplón (“¿se grajeó? ¿ella provocó por búsqueda de prensa?”) y se hubiera mirado de frente la lesbofobia estructural. Con ninguna se habló del discrimen ni de cómo enfrentarlo socialmente.  Tampoco se habló de desigualdad y de cómo estas cosas la perpetúan.

 

Y el resto del país, mientras, ve el mundial, opina de Maite y de Lisa, olvida que existe el discrimen, se encabrona con las uniones pero no analiza lo que pasa, bebe cervezas y deja que gente como la que ayer inundó el Capitolio siga decidiendo por todas y todos.

 

¿Qué vale más? ¿La dignidad o un peso en el bolsillo?  En este momento en nuestra historia, parece que vale más el peso, pero en el camino, la pérdida de dignidad nos hunde más en el pantano de desigualdades que hace difícil sonreír a la vida sin una mueca de amargura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


1 comentario:

  1. Saludos, gracias por el Blog. Un detalle,en lo poco que vi de Lisa ella politizó el tema hacia la marginacion de las lesbianas en la vida cotidiana.

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