14.3.16

Soliviantás


Algunas de las candidatas del Partido del Pueblo Trabajador para las elecciones del 2016
 
Alzás.  Rebeldes. Guerreras. Lideresas. Brujas. Así hemos tenido que ser las mujeres a través de la historia para poder sobrevivir a la humanidad y la violencia sistemática con la cual trata de doblegarnos para que nos sometamos a los espacios de desigualdad que nos ha querido imponer. 

Nuestra rebeldía justificada es la misma que provoca en otras personas la necesidad de endilgarnos etiquetas tales como problemáticas, locas o histéricas.  ¿Por qué? Porque nada más terrorífico para un sistema social desigual que una mujer que le haga frente.  Por eso asesinaron a las jóvenes mochileras en Ecuador.  Dijeron no a una agresión sexual.  Por eso asesinaron a Berta Cáceres en Honduras.  Dijo no a la destrucción de las tierras.  Por eso en Puerto Rico desaparecen, agreden y asesinan a mujeres. Dijeron no a las exigencias de algún hombre.  Por eso, y porque todavía hay muchísimos espacios de desigualdad a nuestro alrededor, seguimos ausentes de los espacios políticos y de liderazgo a los que tenemos derecho como parte de un país que se precia de ser democrático.

En pleno Siglo XXI, tenemos apenas 14 mujeres en una Legislatura compuesta de 78 personas.  De esas 14, todas lo sabemos, podríamos contar apenas dos o tres como legisladoras conscientes de las desigualdades de género y sus implicaciones en la toma de decisiones económicas, de educación, salud y seguridad.  Tenemos, entonces, apenas un 3% de representación activa en una rama de gobierno que ha sido la gestora de leyes que gobiernan nuestras vidas: IVU, energía, deuda pública y presupuesto gubernamental.

¿Saben las mujeres y el resto del país qué legisladoras y legisladores le representan?  Si usted no sabe quiénes son y qué hicieron, luego se corre el riesgo de creerle las palabras bonitas porque de seguro tampoco sabe qué proyectos y políticas públicas impulsaron o bloquearon.  Nos hablan con palabras bonitas porque nos presumen tontas.  Tontas y bonitas.  La gran ironía es que bonitas, tontas y calladitas seguimos siendo su mercado meta.  Tal y como ocurre en el mercado comercial en el que se estudian nuestros hábitos de compra para vendernos productos y servicios, en el mundo político se sabe que las mujeres son una fuerza electoral poderosa a la que hay que venderle los candidatos.  Por eso los acicalan y ponen guapos y usan la palabra “mujer”, “igualdad” y otras similares en sus discursos de sexismo benévolo.  Creen que la gran mayoría de las mujeres no piensan… pero se equivocan.

Miremos la historia y demos el paso que nos toca. Primero logramos votar, estudiar y legislar para detener el discrimen y la violencia.  Ahora nos tocar legislar y gobernar. En el contexto del Día Internacional de las Mujeres, anotemos ese punto en letras violetas en nuestra agenda de equidad.

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